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viernes, 30 de noviembre de 2012

Donde los árboles fueron testigos de una alma rota

En días tristes donde solo el frío la acompañaba, allí, en medio de la nada puedo sentir el rozar de los finos y fríos dedos sobre sus pálidos brazos. Inspiró profundamente y un inquietante escalofrío le recorrió todo el cuerpo llegando hasta el más pequeño de los rincones. Expiró delicadamente el aire mientras andando dejaba el rastro de vaho que su boca con gran pesadez había dejado salir. El frío viento le daba en la cara dejando a la vista la expresión de su rostro mucho más intensificada. Caminaba levantando los pies desnudos con pesadez sintiendo la humedad entre los dedos y el frío entre ella y su cuerpo. Miraba a todos lados observando el vacío y la soledad que allí ese bosque reflejaba. Su piel pálida contrastada con su cabello color carbón, parecía más frágil y angelical que normal. Llevaba el vestido manchado de barro, las yemas de los dedos estaban escondidas bajo una capa de mugre, y allí donde sus ojos habían derramado más de un mar de lágrimas los restos de la sucia tierra al limpiarse las lágrimas habían quedado grabados como la tinta al papel. Su mirada cristalina y triste parecía haberse rendido frente al torrente de lágrimas que se avecinaba y volvió a ponerse a llorar. Las rodillas le fallaron y cayó de bruces entre hojas, barro y soledad.

Jamás se levantó, sigue allí, atrapada entre la oscuridad de sus pensamientos esperando que un rayo de luz la ayude a iluminar su vida. 




Mariona*

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Problemas (que se arreglan) sin palabras



Después de tanto tiempo, después del miedo a equivocarse, miedo a fallar, miedo a que algo saliera mal, a tropezar y no poder levantarse, miedo al futuro y al presente, miedo también al pasado, un pasado oscuro que los perseguía. Por miedo a malos entendidos, a pensamientos equivocados. 
Derrumbaron muros, fronteras, hileras de gente que se agolpaba contra ellos. Rompieron cadenas, curaron cicatrices, liberaron almas y despejaron mentes. Se dieron tanto tiempo que dolió, pasaron noches en vela pensando en que el otro no pensaría en ellos, hubo silencios eternos, interrumpidos por gritos ahogados. Hubo lágrimas secas y sonrisas tatuadas. Hubo angustia en sus corazones, pánico y desesperación. Hubo nostalgia y recuerdos, hubo tardes en que ambos miraban la lluvia y sus miradas se cruzaban sin saberlo. Hubo suspiros compartidos a kilómetros de distancia. Hubo palabras dichas al mismo tiempo, sin ser pensadas.
Hubo amor sin ser conocido, y después de tanto tiempo, ambos se atreven a reconocerlo y se dan cuenta, de que ninguno de los dos fue suficientemente valiente como para luchar por ese amor...(hasta hoy) que es demasiado tarde…
No nos equivoquemos porque nunca es demasiado tarde




Mariona*

martes, 27 de noviembre de 2012

Ella, la que se consumía en vida... ELLA

Ella vive en una buena casa. Ella tiene padres y hermana. Tiene mascotas. No le falta nada. Sin embargo, Ella no es feliz. Ella no siente que tenga derecho a sentirse desdichada pero así se siente. No es feliz por que le falta algo. Sus padres le daban lo que necesitaba, un techo, comida, ropa... pero ella no quería eso. Necesitaba que la dejasen vivir. Ella tenía una urgencia de ser amada muy fuerte. Los demás no la trataban bien. No tenía grandes oportunidades para relacionarse. Era solitaria no porque quisiera, si no porque las circunstancias lo habían hecho así y eso la hacía desdichada. No es feliz. No es feliz pero sólo Ella lo sabe. Porque nadie más quiere molestarse en averiguar si es feliz realmente. Las personas que hay a su alrededor, ven su fingida y bien conseguida sonrisa y, aunque hay indicios de que algo hay mal, prefieren no verlos, prefieren convencerse a si mismos de que todo la va bien a Ella. Es más cómodo y más fácil.
En realidad, Ella lo prefiere así. No hace lo que hace por llamar la atención, lo hace porque no tiene otra manera de liberarse, lo hace porque se odia, aunque ni si quiera sabe el motivo exacto de por qué lo hace.
Pero lo hacía

Ella llega a casa, como cualquier día normal, fingida sonrisa, ojos tristes, aire alicaído. Saluda a su madre.
Su boca dice que todo ha ido bien,
Su cabeza dice que no puede aguantar mucho más.

Ella entra al baño, echa el pestillo. Su hermana golpea la puerta exigiendo entrar. Le pregunta que que hace, que cuanto le falta.
Su boca dice que tardará poco, que sólo está en la ducha
Su mente dice que tardará poco, que se está rompiendo a sí misma
Se corta. Aprieta los dientes. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete veces.
Deja que la sangre salga, se libera a sí misma. Su alma le susurra a su corazón: "puedes aguantar un día más"

Ella va al instituto, retraída en sí misma, en un descuido sus cicatrices quedan a la vista por un instante. El suficiente para que unas muchachas sin piedad ni compasión los vean.
"Rara"
"Está loca"
"Es una suicida"
"Bicho raro"
"Es una amargada"
"Sólo quiere llamar la atención"
"Penosa, asquerosa"

Lo dicen sabiendo que Ella les escucha, sin molestarse siquiera en pensar la causa de ese sufrimiento.
Su boca guarda silencio.
Su alma se rompe un poco más.

Ella va a una tienda con su familia, con su música un tanto aislada. Su hermana compra montones de prendas de ropa. Ella tan solo quiere unos libros. Ella se refugia en ellos.
Su hermana opinaba que Ella era una rata de biblioteca, una solitaria, una sosa, un desperdicio.

Quiso la vida que un chico finalmente se enamorase de Ella. Ella es realmente feliz durante un tiempo. Ella, locamente enamorada, entregada a él, confiada, cree que tras unos meses de feliz relación, no es justo seguir ocultándole su dolor y, confiada en su amor por ella, le muestra su lado mas vulnerable, le muestra su dolor, le muestra su alma, le muestra su intimidad, le muestra lo que ha tratado de ocultar al mundo tanto tiempo.

Y él se horroriza, retrocede, la mira con espanto, con asco. La repudia, rompe con ella, la llama "loca".
Él le contó a todos lo que vio, diciéndoles a todos los que le escuchaban lo asquerosa y repugnante que era Ella.

Ella se rompe, llora, se encierra, ya sin temor a que su familia sospeche, se corta, se corta hasta sangrar lo que nunca había sangrado. Vive sin vivir, muere su alma, muere su corazón.
Su boca no dice nada
Su cabeza solo pide mas cortes.
Y su cuerpo obedece.
Pero no se siente lo suficientemente valiente como para acabar con todo. Se contenta con ese cómodo estado de semiinconsciencia, rota por sus sesiones de cortes y el sueño en las noches. Sigue con su vida monótona rota y oscura. Sola.
Ella sigue así con su vida. Ya acostumbrada a ser repudiada y a estar apartada de los demás, vive en un mundo de imaginación. Evade su realidad con música. Pasa el día imaginando un mundo paralelo perfecto para ella. A veces piensa si no se estará volviendo loca. Aunque la realidad es que le da igual estar loca o no.
Llega un momento en el que, esas ilusiones se convierten en algo más real para ella. Su solitaria mente, ansiosa de algún contacto social parece ver su mundo imaginario más real de lo que es. Con el tiempo, ella pierde el concepto de la realidad. Ella es consciente de ello. Es consciente de como va perdiendo su razón y su cordura. Refuerza la idea del suicido pensando que si muere, la nada que le espere después siempre será mejor que vivir en ese mundo desestructurado. No hay nada ni nadie que la aten aquí. Nadie la llama. Nadie se interesa por ella. A todos les da igual.
Era tan fácil como coger su vieja cuchilla. Unos cortes mas profundos de lo normal en sitios clave y en unos minutos, todo habría acabado. No habría mas dolor. No tendría porque seguir viviendo en una vida que la consumía. 

Y así fue como Ella, olvidada por todo y por todos, sola, enloquecida y desesperada, se quitó la vida y abandonó esto que tanto la hizo sufrir. Ahora todos piensan que se podía haber evitado. Ahora todos se dan cuenta de lo que podrían haber hecho con tan solo unas palabras. Teniendo un poco de compasión.
Pero ahora es demasiado tarde.
Ella se fue, después de una corta vida gris, ella se fue. Como fuego, se consumió. 





Mariona*

lunes, 26 de noviembre de 2012

Noches pasadas



Porque antes me dormía sobre ti, a cualquier hora, por culpa de tus caricias. Aunque lo mejor siempre era despertar y verte ahí, a mi lado, todavía acariciándome y mirándome con esa sonrisa. Era increíble. Eres increíble. La diferencia es que ahora ya no me duermo con tus caricias, sino con el recuerdo de ellas, y que, por mucho que me esfuerce imaginándote, tú tampoco estás cuando despierto. No sé cuándo podré volver a verte, a tenerte, pero no me preocupa demasiado porque sé que volverás. Volverás a ser mi primera imagen al despertar, la mejor de todas. Y dime, ¿Cuántos besos me he perdido desde que nos separa esta maldita distancia? No sé donde se habrán ido esos besos, pero prometo recuperar todos y cada uno de ellos, aunque se me gasten los labios, aunque se me pase la vida. 





Mariona*





Las noches no son las mismas sin ti

Echo de menos las noches en aquel sofá hablando de cualquier tontería. Echo de menos las noches con su cielo estrellado, ese cielo por el que prometería aprender a volar. Echo de menos las noches en las que me quedaba dormida sobre ti y me despertaba con tus besos a las cuatro de la madrugada. Las echo de menos, aunque no tanto como a ti. Me gustaría saber que piensan las estrellas cuando me ven pidiéndoles un deseo cada noche a las 12, tendrán pensado hacer realidad alguno de todos los que tienen pendientes? Ojalá. Y es que hoy, solo ellas son testigo de lo que siento estando tan lejos de ti, solo a ellas puedo contarles lo que daría por llevarte allí dónde están, llevarte al cielo. Sé que no contarán ninguno de mis secretos, aunque, si tienen que revelar alguno de ellos, que te digan que cada anochecer te necesito aquí conmigo, porque las noches son más largas sin ti. 





PD: Te quiero♥


Mariona*


domingo, 25 de noviembre de 2012

Y una vez más tropiezas con la misma piedra y esta vez piensas...

"Son ya muchas veces las que he tropezado, ahora la herida se ha hecho más grande, de esta no voy a salir..." Y después de este pensamiento te entra el miedo, el miedo de creer en alguien, el miedo de que te vuelvan a fallar... Porque todos dicen "Te quiero" pero la gran mayoría se olvida mencionar la segunda parte: "Hasta que dejes de tener lo que necesito". Y por causa de se miedo tu vida cada día se vuelve más monótona... Dejas de salir, dejas de hablar con la gente, te encierras en tu propio mundo sin saber que por ese simple hecho de no salir a la calle, de no relacionarte con los demás y de encerrarte en tu propio mundo, te estas jodiendo tu propia vida. Y sin darte cuenta también se la jodes a terceras personas, personas que tu crees que no te quieren, pero no es así.... Ellos no han dejado de quererte, han dejado de demostrártelo.

     





Mariona*

Erais un amor de los que duelen

Amor de doble filo, cortante cuando te apetece. Y ella sólo espera el día que vuelvas para decirte que no, que ya es tarde para llenar los otoños de carmín y las ciudades de despedidas. Espera nunca haberte conocido por si pudieras no doler. Olvidar como ella todas las cartas que con los meses dejaste de escribir, cuando vivías con certezas, siendo el único destino, el único camino, la mujer inevitable, la que siempre estaba en el fondo del vaso, de todos los versos, al final de las copas, esa que se creía principio y fin, universo, corazón, apoyo, respaldo. Cómo se puede ser tan hijo de puta y dejar de recordar cada polvo, cada beso, cada frase en la que no podía más. Todas las huidas hacia su cama, todas las llamadas al jardín de sus entrañas cuando estaba incluso más infiltrado en su cuerpo de lo que el aire estaría jamás. Cómo puedes olvidarte de eso.




Yo sólo creo en infinitos que abren, se desarman, que tienen sed. Es invierno y el frío me cala en los huesos, me destroza, me defiendo y lo único que puede rematarme es la canción nocturna, las cervezas heladas, los dedos firmes sujetando el cigarro, y un "Tal vez te acuerdes de mí..."




Mariona*