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lunes, 6 de mayo de 2013

El pasado de algunos verbos


              – Mira. – dijo Jean – Hay verbos que no permiten un pasado lejos de la metáfora, como por ejemplo morir o enamorar. Es complicado aceptar que para esas palabras no haya un pasado que no sea pura literatura, pero lo cierto es que no es posible haber estado enamorado, no cabe eso de “Me enamoré, pero ya no” igual que uno no puede morirse antes de morirse, teniendo siempre en mente la primera acepción de las palabras. ¿Me entiendes? El enamoramiento es un sentimiento absoluto, una emoción tangible, algo que si se va, vuelve; razones, argumentos, axiomas que producen ese efecto y que no dejan lugar a grados. No se puede estar enamorado un poco o un mucho, se está enamorado o no, perdidamente, totalmente, locamente, pero nunca enamorado según convenga.
             – Pero yo – intervino Eliane – he estado enamorada, lo sé, me conozco y sé que estuve enamorada, pero todo ha cambiado…
             – Olvídate. Es imposible saber realmente si se está o no enamorado. El motivo es que no existe un punto de referencia sobre el cual valorar si hemos llegado a ese cenit o solamente estamos en el camino. Créeme que si alguien se refiere a sí mismo como persona enamorada es muy posible que sólo sea demagoga, mentirosa o simplemente estúpida. Todo esto es relativo, pero lo que vengo a decir es que todo el mundo ha aprendido a decir “Te quiero” y lo utiliza para todo. El amor se terminará convirtiendo en una canción de Justin Bieber o en un canal de televisión.
             – Espero que realmente no pienses todo eso que dices. Te crees que conoces a todas las personas, pero no es así. Estás desvariando. Si tanto sabes, dime qué es estar enamorado entonces. –Dijo Eliane, agitando la cabeza entre la desaprobación y la sorpresa–.
             – No lo sé, pero puedo imaginarlo, supongo. La analogía con la que empecé, ¿recuerdas? El morir y enamorar como verbos sin pasado. Pues no es exactamente una analogía si no todo lo contrario. Cuando estás muerto estás a salvo, en cierto modo lo estás, pero estar enamorado es todo lo contrario (sospecho), es estar supeditado carnalmente al amor, íntegramente entregado a otro, a la erosión que ello conlleva, yendo y viniendo entre dopaminas, feniletilaminas, alcohol y un largo etcétera de masturbaciones nerviosas. Pero la relación no termina ahí, el proceso de “desenamoración” es tan complicado (por no repetirme en lo imposible) como el de resurrección. Olvido y más olvido por un tubo. A un muerto se le renace con una rumba como a un enamorado con olvido. Dosis de olvido por vena, en pastillas, supositorios, graparle los párpados y proyectarle olvido a borbotones, cine de olvido, música de olvido, darle libros que hablen de guerras, de política, de ciencia, distancia de la de verdad, olvido y más olvido, picaduras de olvido. Creo que no hay tanto olvido en el mundo, pero si lo hubiera, después de esa ardua tarea de desenamoramiento-olvido quizás se pueda uno volver, si quiere, a enamorar. Y si no quiere también.

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